Claudio Arturo Díaz Redondo
Nannerl & Wolfa
Leopold Mozart y Anna María Pertl tuvieron siete hijos, de los cuales finalmente sólo sobrevivieron dos: Maria Anna (Nannerl) y su hermano Wolfgang (Wolfa), el último en nacer.

Wolfa y Nannerl
Leopold –compositor y violinista– comenzó a enseñar la técnica del clave a Nannerl desde los siete años. Ella, que poseía talento musical y fue tratada desde un principio por su padre con la misma atención profesional que a su hermano, cuenta en una carta que Wolfa, casi tres años menor, la contemplaba con fascinación mientras ella practicaba, hasta que el padre se decidió a enseñar también al chico:
“En su cuarto año de edad, su padre comenzó a enseñarlo, como un juego, a interpretar unos minuetos y otras piezas en el teclado … Podía tocarlo impecablemente y con la mayor delicadeza y manteniendo exactamente el tempo … a la edad de cinco años ya componía pequeñas piezas”
Y así se convirtió Leopold en el único maestro de Wolfa, el Wunderkind (“niño prodigio”) más famoso de la Historia. Wolfa, como Nannerl, no pisaría el colegio (en su tiempo, prerrevolucionario, aún bajo el poder religioso mayoritariamente) y aprendería el resto de asignaturas entonces canónicas también de la mano de su padre.
¿Nace o se hace el genio?
Hasta el momento, la más importante jugadora de ajedrez de la Historia ha sido la húngara Judit Polgár (nacida en 1976).
Su padre, Laszlo Polgár, aún soltero había escrito un libro titulado Criar genios, donde solicitaba una esposa dispuesta a compartir un experimento que demostrara que el genio no nace, sino que se hace. Klara, también judía y maestra de escuela, aceptó el reto. Laszlo y Klara tuvieron tres hijas.
Maestros ambos, Laszlo y Klara –y sabedores de primera mano de que el sistema educativo sólo genera mediocridad– privaron a sus hijas de relacionarse a diario con otros niños en un recinto cerrado y ajeno. Las alejaron de la educación “oficial”.

Las hermanas Polgár con su padre Lazslo
La escolarización obligatoria no permitiría la excelencia educativa porque la homogeneización consecuente impediría la especialización del alumnado en una rama del saber o de las artes a edad temprana.
Como Wolfgang Mozart, ninguna de las chicas Polgár fueron al colegio. Su padre, convencido de que el genio depende de su especialización desde la infancia, convirtió el salón de su casa en un aula donde aprendían matemáticas, idiomas como el esperanto, literatura, filosofía, ajedrez por supuesto, etc. ¿Con quién se relacionaban las chicas? Con amigos jugadores de ajedrez del padre que acudían a la casa.
Consta que las autoridades húngaras intentaron obligarlo a escolarizar a sus hijas. Lazslo se resistió. Consiguió que su primogénita, Susan, acudiera únicamente para realizar los exámenes. A priori Hungría, por entonces bajo un régimen dictatorial comunista, no sugiere un buen lugar para sortear a las autoridades educativas. Pero no menos lo es en las llamadas democracias liberales. En España hoy la escolarización es obligatoria a partir de los seis años –habitualmente se escolarizan ya desde los 3 años. Aunque existen diversas “fórmulas” legales (conviene informarse bien para no tener problemas) que emplean cada vez más familias de homeschoolers, padres que no escolarizan a sus hijos y les enseñan en casa.
El caso es que allí teníamos a nuestro judío –amante del esperanto, por añadidura– Lazslo acumulando una biblioteca de más de 10000 volúmenes sobre el genio, el esperanto, el ajedrez, etc. y renegando de que sus hijas fueran educadas por goyim en pos de producir genios en cadena.
Sobre educación y judaísmo enlazamos artículos anteriores:
El Día del Amor y la Educación
Respecto a la educación y a los judíos, a los racistas y a los cretinos
Lazslo manifiestamente compartía el juicio de Mark Twain convertido en lema de este blog: I have never let my schooling interfere with my education. “Nunca permití que la escuela entorpeciera mi educación.”
Resultado del “experimento” de los Polgár
Susan, la hija mayor: primero su padre intentó que fuera un genio de las matemáticas. La chica comenzó a interesarse por el ajedrez y el padre decidió ahondar en este interés. A los cuatro años Susan creó sus propios problemas de ajedrez, algunos de los cuales aún se usan en las escuelas. Con once años era capaz de derrotar a maestros internacionales. A los quince, era considerada la mejor jugadora de ajedrez de entonces.

Los Polgár
Sofía: con catorce años obtuvo el mejor resultado hasta entonces de una mujer en un campeonato. Ganó todas las partidas salvo una, que quedó en tablas, en lo que se llamó “el saqueo de Roma”. Es la “rebelde” del trío. Estudió arte y diseño en Israel y ahora vive en Canadá.
Judit, la menor: con cinco años era capaz de derrotar a su padre. Gran Maestra internacional desde los quince años (cosa que no había conseguido antes ningún hombre), fue la primera mujer en ganar una partida a Kasparov. Llegó a ocupar la posición 27 en la clasificación FIDE con un Elo de 2711 (la única mujer que ha superado la barrera de los 2700). Hasta el momento es la mejor jugadora de la Historia, como ya se dijo arriba, su Gran Dama y ha luchado por la presencia femenina en las competiciones de ajedrez: “Las mujeres juegan peor al ajedrez simplemente por una cuestión cultural, no hay otras razones que justifiquen esta inferioridad”.
Lazslo (n. 1946) sigue vivo y publicando libros de ajedrez y esperanto. Ha manifestado: “También podían haber sido genios de la música o las matemáticas, pero elegimos el ajedrez porque es una amalgama perfecta de arte, ciencia y deporte”.
Hoy día, Susan mantiene uno de los mejores blogs de ajedrez del mundo:
En una entrevista reconoció que no tiene un talento especial para el ajedrez, que su éxito únicamente se debió al esfuerzo y a la labor educativa de su padre.
Su hermana Sofía, aquí: